La Covadonga



En algún rincón de esta Covadonga hay un suicidio, hay un suicidio, hay un suicidio.
Los avestruces que hayamos de pie en la puerta son mercenarios…
Aquellos monos que tienden su hamaca en la esquina son mis parientes cercanos
-Me piensan-
Y de quienes lo hacen, condenan su día porque sé olvidan de sí…

Yo se que hay días en que los rincones se tornan oscuros y farsa o sonrisa
Todas las manecillas del reloj se descomponen

Hay quienes por venir reciben su paga, pero hay otros
Que por ser esperados jamás regresan a su sitio….

Horas inmensas entre tus piernas abiertas, ¡mujer ocaso!
-y entre mí boca cerrada- se paren solas
¡Horas nube que saben a palabra quemada!
A himen robado a la memoria del primer amor…

….Pero vas y te clonas y cual pantomimo
Juegas al vagabundo
Al viajero con rumbos sangrando por sus cayos….

…Y en verdad eres como las palomas azules y las otras violetas
¡Nalguitas de sapo aplastadas sobre mí ombligo!...

Mí pena
Mí cruz
Mí martirio
Mí otra sombra


¡Y vieras como es curioso!
(No recuerdo ni tu nombre)
¡Mujer topo escondida bajo tierra celeste!
¿Cómo debo preguntar por vos, cuando arribe a la puerta de casa?
A caso sólo es: bueno, ¿se encuentra nadie sin nombre en casa?

…Que yo creo en milagros porque son sueños despiertos…
…Los milagros son gigantes de piedra que andan con las hormigas…

Pero en fin, amados todos
Ésta Covadonga es un templo de olvido
Aquí viene a morir mí peor poesía

“Los años son los testigos ciegos de toda infancia”

Esta sirena se llama burla
Y corre y se escapa por la luz de la ventana


Fernando Labastida –Fénix-
29-Abril-2004